Desde la asamblea de la Marcha a Topas nos solidarizamos con la situación de las presas explotadas por Zara e Inditex en los talleres dentro de la prisión, y convocamos una concentración en la Calle Toro, 70 el miércoles 29 de marzo, a las 20:00.
Nos dicen constantemente que la cárcel reinserta. Sí, probablemente es así desde la perspectiva de quienes nos gobiernan, desde el Estado y las empresas capitalistas, ya que obliga a las presas a aceptar sueldos de miseria y trata de aprovecharse de la sumisión obligada que padecen las mujeres presas dentro del sistema carcelario.
La precariedad laboral, como todo en prisión, es un crudo reflejo de lo que sucede fuera, y las personas internas deben aceptar unas condiciones indignas no sólo por conseguir dinero para subsistir, sino por la necesidad mental de distraerse, de huir del tedio carcelario, de la imposibilidad de controlar su vida, por conseguir un vis a vis más al trimestre o por mejorar su expediente y poder conseguir antes la libertad. Dando a entender que trabajar es sinónimo de llevar un “buen camino” para su “reinserción” en la sociedad.
En la macrocárcel de Zuera una mujer trabajadora de uno de los talleres productivos, cuyo horario de trabajo es de lunes a viernes de 9:00 a 13:30 y de 15:00 a 19:30 (9 horas diarias), percibe la cantidad mensual de 121,53 euros (0.75€ la hora). Los sueldos están muy por debajo del mínimo y no se cotizan ni la mitad de horas trabajadas en prisión. Dentro de este irrisorio salario vienen ya prorrateadas las vacaciones, los descansos y las pagas extras. Eso sin mencionar los trabajos no remunerados (como limpieza o arreglos en el módulo), especialmente en los módulos de respeto, obligatorios en el caso de las mujeres presas en Zuera.
Dentro de Zuera existen dos talleres productivos, que se dividen en las siguientes actividades productivas: confección, lámparas, cableado y soldadura. Las mujeres sólo tienen acceso a las de confección y lámparas, mientras que los hombres pueden acceder a todas. Pese a que en ningún papel constan las empresas que están detrás de este negocio en los talleres productivos, se sabe a través de las trabajadoras que, entre otras, están El Corte Inglés y Zara Home. Además, quienes supervisan estos talleres son personas externas a la prisión, pertenecientes a las empresas para las que se trabaja. Por supuesto, son siempre hombres.
Por estos motivos se ha lanzado una campaña en contra de la explotación de las mujeres en la cárcel a través de la colaboración de estas empresas con instituciones penitenciarias, que se lucran de las condiciones de vulnerabilidad que conlleva el encierro y de la opacidad que rodea el sistema carcelario. No colabores con la explotación de las mujeres presas.
Se trata de una acción anónima en la que se pretende destapar la realidad acerca de las condiciones laborales a las que se exponen las mujeres presas que consiguen llegar a trabajar en un taller productivo dentro de prisión. En el vídeo de la campaña se puede ver cómo varias activistas denuncian esta situación colocando pegatinas sobre las etiquetas de diferentes productos de El Corte Inglés y de Zara Home, con el mensaje “Esta etiqueta ha sido colocada por una mujer presa cobrando por ello 0.75€/hora”. Esta cifra hace referencia al precio de la mano de obra de una mujer presa trabajadora, que tras haber cumplido su jornada laboral de 9 horas diarias de lunes a viernes recibe una vergonzosa nómina a final de mes de 121,53€.
Al parecer, estas empresas multinacionales utilizan la mano de obra casi gratuita de mujeres privadas de libertad para elaborar diferentes productos, en este caso las etiquetas de artículos que posteriormente se venden al público en sus establecimientos. Lógicamente, ya que el trabajo en los talleres productivos se realiza dentro de prisión, también utilizan tanto las instalaciones penitenciarias como los suministros de agua, luz, etc. A veces, el producto elaborado dentro de las cárceles se utiliza para abastecer a otras cárceles del Estado. En suma, es un negocio redondo para estas empresas y para la Institución Penitenciaria.
Con ese sueldo, una mujer debe subsistir todo el mes si es que ningún familiar ingresa dinero en su peculio, como sucede en muchos casos. Así pues, cualquier artículo que no sea suministrado por el Centro Penitenciario (servicios por debajo de los mínimos necesarios y de pésima calidad, pues pasan frío, hambre, y tanto la comida como el agua muchas veces se encuentran en mal estado), ha de ser adquirido en el economato o en el demandadero, donde algunos productos ven aumentado considerablemente su precio en comparación con el exterior. Por el contrario, otras mujeres presas se ven obligadas a sacar todo o parte de su sueldo para ayudar económicamente a sus familias, puesto que gran parte de la población reclusa pertenece a clases bajas, precarias, en situación de pobreza y/o sin recursos.
Evidentemente, la realidad nos deja ver claramente quiénes entran y quiénes se libran de la cárcel en el Estado español, en los casos que llevamos años viviendo de corrupción y embolsamiento de cantidades multimillonarias de dinero público o, sin ir más lejos, la reciente sentencia del caso Nóos, donde la Corona española ha quedado absuelta e impune. Por último, el salario de una mujer presa trabajadora puede ser “embargado” en ocasiones para pagar la indemnización por Responsabilidad Civil dictada en sentencia; esto viene reflejado en una cláusula que ha de firmar en el contrato la mujer presa, por lo tanto… ¿realmente le sale rentable a esta mujer trabajar dentro de prisión?
Condiciones laborales “de carácter especial” dentro de las cárceles del Estado español
El trabajo en prisión es una “relación laboral de carácter especial”, tal y como establece el Estatuto de los Trabajadores. Se regula con una legislación propia, el Real Decreto 782/01 (RD), de 6 de julio, donde se desglosan las condiciones laborales que operan dentro de prisión.
El Organismo Autónomo de Trabajo Penitenciario y Formación para el Empleo (OATPFE) es una entidad estatal de derecho público que pertenece al Ministerio del Interior. El objeto de este organismo es la promoción, organización y control del trabajo productivo y la formación para el empleo de personas presas en los centros penitenciarios, haciendo las funciones de empresaria para la cual las mujeres presas trabajadoras prestan su servicio. Quien contrata es siempre el OATPFE u órgano autonómico equivalente (CIRE en Catalunya).
La actividad productiva y remunerada puede realizarse tanto en los talleres productivos como en tareas propias de la Administración Penitenciaria, conocidas como “destinos”, como pueden ser cocina, panadería, economato, limpieza, lavandería, etc. pero… ¿todas las actividades son consideradas productivas y, por tanto, remuneradas? En la práctica se comprueba que no. Las mismas funciones desarrolladas en mismos horarios por mujeres presas son consideradas como productivas para unas y no para otras. Esto es, las que no son retribuidas vienen a ser “suplentes”, esperando una baja de las anteriores para empezar a ser consideradas como “trabajadoras”. Es decir, en algunos economatos a las dos primeras trabajadoras se las considera trabajo productivo y por lo tanto retribuido, mientras que la tercera lo hace gratuitamente. Una vez al año se dicta un acuerdo en el Consejo de Dirección por el que se determina el número de plazas de destinos retribuidos y horas por cada uno de ellos. Una mujer presa puede estar durante años sin cobrar nada por su puesto de trabajo en calidad de suplente.
En el RD 782/01, de 6 de julio vienen desarrolladas las relaciones laborales y explica que en el módulo retributivo (salario) se incluyen la parte proporcional de la retribución de los días de descanso semanal y de vacaciones anuales, así como las gratificaciones extraordinarias, en su caso. Las retribuciones podrán calcularse por producto o servicio realizado, por tiempo o por cualquier otro sistema, pero si el sistema aplicado es el de producto, el OATPFE se reserva el derecho a establecer los métodos y tiempos aplicables en la elaboración de los distintos productos (art. 15.3 y 4 RD). Así mismo, muchas mujeres presas pueden perder el “paro taleguero” (subsidio por excarcelación de 426 euros mensuales durante un máximo de 18 meses) por haber trabajado más de 360 días en los últimos 6 años dentro de la cárcel, cobrando la prestación por desempleo correspondiente. Al tener salario y cotización tan baja, ven reducida su prestación por desempleo a cantidades y duración muy inferiores al subsidio por excarcelación.
Hay que añadir que no existe el derecho a pertenecer a un sindicato para las personas presas trabajadoras, pero en cambio los funcionarios sí pueden pertenecer a sindicatos (CCOO, UGT, ACAIP…), lo que provoca todavía más indefensión.
La explotación laboral de las mujeres en la macrocárcel de Zuera
El Colectivo de Apoyo a Mujeres Presas en Aragón (C.A.M.P.A.) trabaja en contacto directo con las mujeres del Centro Penitenciario de Zuera, dando apoyo y seguimiento a muchas de ellas, tanto dentro de los muros como una vez que han recobrado su libertad. Obtienen información directa acerca de la realidad oculta que viven las mujeres presas a través de cartas, comunicaciones, relación con familiares, etc.
La macrocárcel de Zuera cuenta con una capacidad para 1.800 personas presas aproximadamente. El módulo 13 es el módulo de mujeres y obligatoriamente “de respeto”. Unas 100 mujeres conviven en ese módulo todas juntas, las preventivas, penadas con condenas largas, muchas por no haber podido pagar multas, toxicómanas, primeros grados… Según CAMPA, actualmente existen alrededor de una veintena de mujeres que trabajan, aunque no todas llegan a cobrar. Al ser un módulo de respeto las mujeres están obligadas a realizar una serie de trabajos de limpieza, de guardia de comedor, mantenimiento del orden y el silencio, etc. por el que no cobran nada.
Respecto a los llamados “destinos” que se han descrito anteriormente, son economato, panadería, cocina, limpieza, office (servir comidas), almacén y apoyo sanitario a los que pueden acceder las mujeres, en cambio los hombres pueden acceder a éstos y además a paquetería, lavandería, jardinería, limpieza de viales (“calles” dentro de prisión), y en el módulo de ingresos donde se desarrolla paquetería, economato y office. Los hombres pueden ser “economateros” de todos los demás módulos y las mujeres sólo del suyo, además de cobrar más por el mismo puesto, tal y como han testificado algunas mujeres presas a C.A.M.P.A. Para cada uno de estos “destinos” existen 2 ó 3 plazas. La primera plaza y a veces la segunda son remuneradas y la tercera nunca, siendo suplente. Las jornadas laborales son variables según el destino, desde 3 hasta 15 horas al día con diferentes descansos, y lo que perciben mensualmente es entre 100 y 300 euros.
En la macrocárcel existen dos talleres productivos que se dividen en las siguientes actividades productivas: confección, lámparas, cableado y soldadura. Las mujeres sólo tienen acceso a confección y lámparas, mientras que los hombres pueden acceder a todas. Se cobra por producción, no por horas, por lo que es difícil llevar un control de las horas efectivamente trabajadas, sobre todo a la hora de interponer reclamaciones. Dentro de cada taller existen diferentes puestos, unos más productivos que otros, así que dos personas que trabajen las mismas horas en el mismo taller, según su puesto y tarea asignada, una cobra desde 100 euros como informa la campaña, hasta 500 ó 600 euros que cobra la que ocupa el puesto más productivo. “Todo ello crea desigualdad y competitividad que empeora las relaciones personales entre las mujeres presas, tal y como quiere que sea el sistema carcelario”, asegura C.A.M.P.A.
Dicho colectivo ha tenido conocimiento de que en los talleres productivos, específicamente los hombres de las empresas que vienen a “supervisar” el trabajo, se han producido agresiones sexuales y violaciones. Ha habido mujeres que no han accedido a un puesto de trabajo por negarse a acceder a favores sexuales. Como se puede comprobar, tanto los trabajos productivos como los destinos propios del módulo de respeto a los que tienen acceso las mujeres en Zuera no hacen sino reforzar el papel tradicional de la mujer en la sociedad y los roles de género supuestamente asignados para éstas.